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Textos Recuperados I - Mikel Scissorhands

Hace años (yo no tendría más de once o doce) me enamoré por primera vez. Era navidad, creo que era navidad porque estábamos toda la familia reunida. En mi recuerdo era esa época del año y estábamos muchos de mis primos, unos sentados en el suelo, otros tumbados en la cama, en la habitación de una de mis tías en casa de mis aitites (abuelos) en Bilbao viendo una peli. No sé si era un video (el dvd todavía ni existía) o no. Sólo sé que me enamoré y que, por primera vez, vi que yo era un pelín distinto. El objeto de mi enamoramiento: Eduardo Manostijeras. No recuerdo bien y en su totalidad la percepción que tuve de la película en sí. Sólo sé que Eduardo me despertaba ternura, y que me daban ganas de abrazarle muy fuerte y mantenerlo a mí lado, de protegerlo.

Ahora con los años, creo que ese “enamoramiento” venía de algo más de lo guapo que es Deep (que lo es un rato el chico, la verdad). Me debí sentir muy cercano a él de una manera poco consciente.

Tim Burton, director y creado de mi objeto de deseo preadolescente, lo describe [a Eduardo] así: “un personaje que quiere tocar pero no puedo, que es creativo y destructivo a la vez”. Eduardo representa, al fin y al cabo, esa sensación que a mucha gente nos asalta: la de que tu aspecto exterior y cómo te ven los demás choco y no sólo es diferente, sino que es totalmente opuesto a lo que uno tiene dentro. Con el tiempo y las revisitaciones a la película (my all-time favorite) veo que mi enamoramiento se debía a la identificación inconsciente, a la edad de once años, y consciente ahora, con esa sensación de dualidad.

 

(Escrito en Noviembre de 2005) 

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